El desarrollo infantil debe ser considerado un trayecto y no simplemente como una espera pasiva, de manera que, las y los niños son adultos en proceso de formación debido a que, cada experiencia cotidiana construye capacidades cognitivas, socioemocionales y éticas necesarias para la vida adulta.
Así pues, este enfoque se alinea con el reconocimiento jurídico de niñas, niños y adolescentes como titulares de derechos, al igual que con la idea de la autonomía progresiva.
¿Cómo se denomina el proceso de transformación de niño a adulto?
La adolescencia es una etapa transicional biológica, psicológica y social entre niñez y adultez, mientras que, la socialización es el proceso mediante el cual una persona incorpora normas, valores, lenguajes y roles para participar plenamente en su comunidad.
De esta forma, en términos generales se denomina adolescencia, entendida como un periodo de transición que combina cambios físicos, cognitivos y psicosociales.
Al respecto, no se trata de una pausa del desarrollo, sino que constituye una etapa con metas propias para consolidar identidad, autonomía responsable y participación social.
En la legislación mexicana, la edad define categorías de protección diferenciadas, de modo que, en el Artículo 5 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes establece que son niñas y niños las personas menores de 12 años, y adolescentes quienes tienen de 12 a menos de 18 años de edad.
¿Los niños son adultos en proceso de formación?
Sí, en el sentido de que el desarrollo prepara para responsabilidades adultas sin acelerarlas.
Por tanto, concebir de esta forma la infancia impide prácticas que infantilizan en exceso o, en el extremo opuesto, que exigen conductas adultas sin soporte.
La clave es el equilibrio con capacidades crecientes, cuyos apoyos son proporcionales a la edad y al contexto.
¿Qué proceso implica que los infantes y los niños aprenden a ser miembros adultos de su sociedad?
Ese proceso se llama socialización, de forma que, a través de la familia, la escuela, los pares y los medios, la niñez interioriza normas, valores y habilidades comunicativas.
Al respecto, la educación formal actúa como agente de socialización, pues organiza intencionalmente experiencias para aprender a convivir, deliberar y construir saberes comunes.
De tal manera, la UNESCO ha descrito la educación escolar precisamente como un proceso de socialización que, junto con otros agentes, integra a la persona en la vida social.
¿Qué implica para la educación que las y los niños son adultos en proceso de formación?
El hecho de que las y los niños son adultos en proceso de formación implica fijar metas de desarrollo integrales y evaluar avances reales y no tan solo resultados académicos.
Así pues, el Plan de Estudio 2022 de Educación Básica (SEP) reorganiza el currículo hacia la comprensión del entorno, el trabajo colaborativo y el desarrollo socioemocional, con carácter aplicable y obligatorio en todo el país.
Esta es una orientación que respalda proyectos, resolución de problemas y participación comunitaria desde edades tempranas.
De igual forma, en la práctica escolar esto se traduce en 4 líneas que son la progresión de competencias comunicativas y lógico‑matemáticas; aprendizaje situado en problemas reales; educación socioemocional para autorregulación y convivencia, así como ejercicio gradual de la voz infantil en decisiones del aula.
Para México, el marco de derechos obliga a diseñar experiencias que reconozcan capacidades en aumento.
Asimismo, la LGDNNA incorpora el principio de autonomía progresiva, que exige ajustar expectativas y apoyos a la edad, el desarrollo y la madurez, lo cual legitima, por ejemplo, que los estudiantes participen en proyectos escolares, en representación de grupo o en acciones comunitarias, con acompañamiento adulto proporcional.
De esta manera, algunas implicaciones cruciales son las siguientes:
- Metas graduales y evidencias variadas: portafolios, diarios de aprendizaje y proyectos permiten observar progreso real, no solamente exámenes.
- Participación con voz y voto: consejos de aula y comités estudiantiles enseñan deliberación, corresponsabilidad y cuidado del bien común.
- Conexión con el entorno: salidas de campo, aprendizaje‑servicio y proyectos comunitarios hacen visible la utilidad social del conocimiento.
- Currículo integrado: resolver problemas reales exige combinar saberes de distintas áreas, coherente con el Plan de Estudio 2022.
Mitos y malentendidos acerca de que las y los niños son adultos en proceso de formación
Los principales mitos y malentendidos acerca de que las y los niños son adultos en proceso de formación son los siguientes:
Mito 1: Si están en formación, deben comportarse como adultos cuanto antes
Esto es falso, ya que, la formación no es aceleración, sino que, la exigencia debe corresponder al nivel de desarrollo y apoyos disponibles.
Por lo tanto, adelantar responsabilidades sin andamiaje eleva el riesgo de fracaso y frustración.
Mito 2: Solamente importan las calificaciones
Reducir la educación a números ignora competencias clave para la vida adulta, tales como pensamiento crítico, colaboración, ética del cuidado y ciudadanía digital.
De tal forma, evaluar procesos y evidencias diversas ofrece una imagen más justa del progreso.
Mito 3: El aula enseña, la familia corrige
La socialización es compartida, razón por la que, la familia y la escuela actúan en sinergia.
Por lo tanto, cuando se alinean criterios, la niñez recibe mensajes coherentes y la formación avanza de forma sostenida.
Mito 4: La adolescencia es una etapa ‘problemática’ por naturaleza
Es una etapa intensa, no patológica. Bien acompañada, canaliza energía en proyectos significativos, liderazgo y participación social.
¿Qué implica para la educación que las y los niños son adultos en proceso de formación?
Adoptar este enfoque cambia la gestión del aula y la planeación. Algunas orientaciones prácticas a tener en cuenta son las siguientes:
- Metas graduales y evidencias variadas: ****portafolios, diarios de aprendizaje y proyectos permiten observar progreso real, no solamente exámenes.
- Participación con voz y voto: consejos de aula y comités estudiantiles enseñan deliberación, corresponsabilidad y cuidado del bien común.
- Conexión con el entorno: salidas de campo, aprendizaje‑servicio y proyectos comunitarios hacen visible la utilidad social del conocimiento.
- Currículo integrado: resolver problemas reales exige combinar conocimientos de distintas áreas, tal como promueve el Plan de Estudio 2022.
Reconocer que las y los niños son adultos en proceso de formación implica transformar la educación para acompañar su desarrollo
Las y los niños son adultos en proceso de formación en vista de que ya participan en la vida social y construyen habilidades para hacerlo con mayor responsabilidad, de forma que, hay que entender la infancia como dirección y no como simple espera, lo cual redefine nuestras responsabilidades.
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